Además de aportar a
la transformación personal, una educación para la paz inculca un verdadero
aprecio para toda la multitud de razas, religiones, naciones y clases sociales
que componen nuestro mundo. Este aprecio positivo reduce la tendencia de ver a
personas que son diferentes de nosotros como indeseables o malas, y ayuda a
disminuir los sentimientos de temor y suspicacia, los cuales son causas
psicológicas del conflicto.
Podemos considerar a la
humanidad como un organismo, como es nuestro cuerpo. Para vivir necesitamos
tanto de ojos, como de oídos, manos, pies, corazón e hígado. Cada miembro u
órgano es diferente, pero cada uno es vital para el bienestar y funcionamiento
saludable del cuerpo. Además, si algún órgano del cuerpo-- digamos, el
estómago--sufre de malestar, pronto otras partes, como la cabeza o la espalda,
a menudo comienzan a sentirse afectados. Todos los miembros y órganos son
necesarios y dependen unos de otros.
Podemos considerar
de la misma forma a la humanidad. Tomamos, como ejemplo, las profesiones y
oficios. ¿Es correcto afirmar que el médico es más importante que el agricultor?
¿O que el maestro no necesita del zapatero? Si los transportadores están
insatisfechos y hay un paro, nos afecta a todos. Somos interdependientes. Hemos
de apreciar a todos por lo que contribuyen a nuestro bienestar, y además interesarnos
por el bienestar de ellos, para que nuestro organismo social esté saludable.
La unidad es un
requisito previo para el progreso, la prosperidad y el bienestar en todos los
niveles de la sociedad: en la familia, en la escuela, en la comunidad, en un
país y en el mundo entero. Sin embargo, no hay que confundir la unidad con la
uniformidad, o la diversidad con la división.
Ervin
Lazslo explica:
“La
unidad genuina, no debería confundirse
con la uniformidad. La uniformidad sucede cuando un elemento en un sistema
domina o subordina a los otros elementos. La unidad, sin embargo, reside en la
integración de todos los elementos del sistema en un orden mutuamente beneficioso.
La unidad genuina complementa la diversidad, en vez de destruirla, porque
ocurre en un nivel comunitario compartido, en el cual todos los elementos del
sistema son participantes por igual…Sin la unidad en diversidad, no será
posible abolir las armas nucleares, biológicas, químicas y otras o crear un
sistema unificado para mantener la paz.”